
Por segundo año, un combinado de la “Das Reich” y los Gebirgsjäger acudimos al encuentro invernal que organiza en Finlandia el grupo de reconstrucción “Michael Gaissmair”.
Este año formábamos el equipo Max y Botha, de la DR, Mikel, Karl Mond y el que escribe. En el lejano norte nos encontramos con viejos conocidos de la edición anterior. Finlandeses, polacos, belgas, holandeses, escoceses, ingleses, irlandeses,… una pequeña Babel!
El paisaje, sencillamente espectacular! Al lado de uno de los lagos mas largos de Finlandia, completamente sellado por una capa de casi un metro de hielo, bosque interminable de abetos y abedules, montañas de nieve, y un cielo azul, clarísimo, iluminado por un sol radiante, esta fue nuestra morada por casi tres dias.
La temperatura oscilaba entre los 16 bajo cero de las horas mas soleadas y los 34 bajo cero ( escríbase TRENTA Y CUATRO!!!) del resto de día. Ni tan siquiera los finlandeses recordaban haber acampado en condiciones tan extremas. La temperatura máxima que alcanzamos en el interior de la tienda y con la estufa de leña al rojo vivo no llegó a los 5 grados positivos. La mínima, según nos comentaron, 37 bajo cero!
Interesantísimas las 30 tumbas vikingas que se encuentran en la zona y que permanecen practicamente desconocidas. Igualmente interesantes, aunque no las visitáramos, las pinturas rupestres, de cerca de 5000 años de antigüedad.
La anécdota personal fue la congelación de segundo grado que sufrí en los dedos de los pies (he estado muuuuy cerca de perder dos de ellos!). Cuando los finlandeses, al final del evento, me concedieron la medalla de herido, pensé que exageraban. Pero cuando, ya en la “civilización” pude comprobar los resultados “en mis propias carnes” de lo que los ingleses denominan la mordedura del hielo, comprendí la gravedad del tema. Moraleja: cuidado con el frio extremo. No es de recreación. Puede matar de verdad!
En conclusión, una experiencia fabulosa, aprendiendo a sobrevivir y a moverse en un medio tan hermoso pero tan adverso al mismo tiempo, compartiendo con compañeros de ventura y desventura, unos dias inolvidables.
Naturalmente que queremos agradecer a todos los organizadores de la “Michael Gaissmair” pero muy especialmente a Franz Repper y su esposa Jutta, por habernos brindado esta oportunidad.
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